El
Salvador, como el resto de Mesoamérica, estuvo abundantemente habitado
antes
de la llegada de los conquistadores españoles. Hasta donde se ha podido
comprobar,
se trataba de un territorio periférico respecto de otros centros dominantes
relativamente cercanos como Copán o las ciudades mayas del valle del Motagua o
de la península de Yucatán en las actuales Honduras, Guatemala y
México.Esa
cercanía de algunos de los centros más brillantes de la civilización
maya
no impidió que El Salvador estuviera poblado por tribus más vinculadas
con
los habitantes del centro de México, pormedio de los nahuas. Como bien
lo
anotaba White (1987), en buena medida de ahí proviene la mayor cercanía
cultural
entre El Salvador y México, que entre México y Guatemala, donde el
arraigo
maya es mucho más profundo.
En
el ahora llamado valle de San Andrés o Zapotitán, se encuentran también
algunas
de las estructuras más significativas de la arquitectura precolombina del
país.
Primero, el asentamiento de Joya de Cerén, único Patrimonio Cultural de
la
Humanidad en territorio salvadoreño. Se trata de una serie de estructuras: viviendas,
graneros y baños agrupadas por los arqueólogos en tres subconjuntos. El valor
del asentamiento en términos de arquitectura está justamente en su carácter eminentemente
habitacional y, por lo tanto, en el manejo de una escala doméstica,
cotidiana,
donde se encuentran los modelos originarios de la arquitectura vernácula rural
de El Salvador y América Central. Dichos modelos minimizan la necesidad de vida
interna dentro de las casas y maximizan el uso del espacio exterior consiguiendo
un mejor aprovechamiento del sitio, de los materiales del lugar y del clima.
Por otro lado, resulta de interés reconocer en un pequeño asentamiento diversidad
de formas, incluyendo la cúpula básica y planta redonda del Temazcal y las
técnicas constructivas a partir de tierra pisada.
Menos
de 5 km al surponiente de Joya y probablemente vinculados históricamente, se
encuentra el sitio de San Andrés. Es un conjunto ceremonial, vecino del mismo
río Sucio, donde se debe valorar el núcleo o acrópolis principal que incluye una
plataforma elevada rodeada por dos pirámides que aún no han sido completamente
develadas. Desde ellas se domina el valle y los elementos fundamentales del
paisaje: el río Sucio y los volcanes de San Salvador y Laguna Caldera. Hasta ahora
dos templos menores han sido descubiertos cerrando el conjunto en su eje norte
sur.
Nuevamente
en este caso se ponen de relieve los valores arquitectónicos de escala,
articulación entre espacio positivo y negativo, y la relación entre edificios y
plazas
con su entorno natural y hasta cósmico. Estas cualidades también pueden ser
encontradas, en general, en la arquitectura original de las grandes ciudades de
Mesoamérica, respecto
de las cuales, como ya se dijo, estos asentamientos tenían un carácter más bien
periférico. Sin embargo, el hecho mismo de poder recuperar algunas de las
técnicas y los principios conceptuales de las obras de mayor envergadura en un
contexto específico, aprovechando las cualidades del lugar y su ubicación
puntual en el paisaje, constituye un aporte esencial para el futuro.
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